Aunque la pandemia que hemos sufrido ha tenido costes humanos y materiales altísimos, nuestra adaptación a la nueva situación ha traído una serie de cambios en nuestra manera de enfrentarnos a las situaciones. Por una parte se ha hecho patente la necesidad del empleo de mayores y mejores tecnologías que nos permitan trabajar a distancia y sin contacto, y por otra, parcialmente, hemos ido solucionando, mal que bien, esos problemas adaptando la tecnología que teníamos disponible, que ha resultado ser suficientemente avanzada. En muchos casos, sin embargo, ha sido implementada de manera inadecuada. Esto sucede tanto en el ámbito doméstico como en el del sector público o el industrial.
El futuro de las smart cities
En general, el hardware a emplear en las smart cities debe ser empleado con el máximo criterio ya que resulta, en coste por unidad, costoso. Instalar sensores en el lugar inadecuado puede ser, directamente, quemar dinero. En Daine Ambiental estamos especialmente interesados en optimizar el rendimiento de las instalaciones para obtener resultados y conclusiones que permitan actuaciones inteligentes y prácticas. La simple instalación de un sensor en un punto de tráfico puede parecer efectiva, pero obviar todo el resto de los factores es poco práctico. Sería, por ejemplo, como comprar un ordenador capaz de procesar todos los asuntos de un ayuntamiento y colocárselo a una persona que solo lo utilizará para procesar textos, o como asfaltar un camino sin salida por el que nadie quiere pasar. Este tipo de errores son costes ocultos que no van a aparecer en un informe contable, pero sí van a limitar, y mucho, nuestra capacidad real de aprovechamiento de los recursos disponibles.
Además de lo mencionado, tenemos un smartphone en el bolsillo de más del 75% de la población. Estos dispositivos disponen de más capacidad, resolución de pantalla y mayor velocidad de conexión que cualquier equipo de oficina en la década anterior, y sin embargo, en muchos casos, la parte problemática no es la máquina sino las aplicaciones que complican el acceso a la información o los servicios.
Así, aunque pueda ser una buena idea crear una aplicación, por ejemplo, para comprar billetes de autobús de manera inalámbrica (como en el caso de la Empresa Municipal de Transportes de València), si la interfaz empleada y los procesos resultan demasiado farragosos o incorrectos, todo ese esfuerzo no vale absolutamente para nada, porque el usuario la descartará casi inmediatamente. En la misma línea, el sistema de información con pantallas de los autobuses de cualquier tipo de línea debería informar adecuadamente al pasajero de cuál es la parada en la que se detiene el autobús, ya que esto es, en teoría, mucho más económico que instalar una marquesina con su señalética. Si estas aplicaciones (o muchas otras, relacionadas con gestiones burocráticas, trámites o compras) no tienen una programación impecable y una buena experiencia de usuario, perderemos nuestra ventana de oportunidad y daremos una mala imagen de nuestra organización aunque hayamos invertido cientos de miles de euros en mejorar. El ejemplo del transporte público no es casual: se prevé que el 40% de las ciudades con más de 500.000 habitantes invierta en sistemas para reducir el impacto del vehículo privado para 2023. Es una mirada a corto plazo del futuro de las smart cities.
El hardware es crucial, pero el software es igual de importante, como hemos comentado, y es preciso que el asesoramiento que reciban las instituciones abarque el conjunto de operaciones desde un punto de vista general y global (incluso holístico, que suelen decir los entusiastas de las terapias alternativas), para que el efecto sobre la vida de los ciudadanos sea el óptimo.
Las tendencias actuales implican, también, que el software necesita una protección especial en cuestiones de seguridad y debemos ser consecuentes con la gestión de las aplicaciones, creando entornos en los que tanto como la protección efectiva como la sensación que le transmitimos al usuario estén más allá de toda duda. Para el futuro de las smart cities es crucial tanto la seguridad real como la tranquilidad del usuario.
La coyuntura actual muestra que el teletrabajo está aquí para quedarse, si bien no de manera exhaustiva, si con una implantación muy superior a la que se anticipaba antes de la pandemia. Esto puede implicar cambios en movilidad, necesidad de comunicaciones, consumo eléctrico y muchas otras variables.
En Daine Ambiental podemos aportar valor a la hora de interpretar los datos desde el punto de vista ambiental y también definir los indicadores ambientales a medida para cada situación, de manera que las actuaciones se anticipen a las situaciones y no sean correcciones, colaborando con las instituciones locales o autonómicas para crear sinergias entre los diferentes recursos disponibles, elaborando planes estratégicos o planes específicos para áreas determinadas. Uno de nuestros focos es el futuro de las smart cities, pero ofrecemos asesoramiento medioambiental tanto para empresas privadas como para el sector público. Estamos disponibles en info@daineambiental.com o llamando al +34 96 340 75 64 (o un Whatsapp). Podemos ayudar a rentabilizar todo tipo de inversiones medioambientales.